La insuficiente defensa lockeana de la propiedad privada

La insuficiente defensa lockeana de la propiedad privada



La renovación de las ideas dinamiza la historia humana, sin embargo, renovar no ha de asociarse necesariamente a la destrucción, pues, la cordura se ha difundido lo suficiente como para que algunos afortunados logren entender la inconveniencia de dispararse a sus propios pies. Por tanto, es oportuna la renovación de ideas ya establecidas por una versión mejor de ellas mismas, en el presente caso urge crear una nueva fundamentación de la propiedad privada acorde a las exigencias contemporáneas. La defensa de la propiedad privada realizada por John Locke en Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil se presenta insuficiente en tanto que se contrasta con una defensa evolucionista de la propiedad privada. Esa insuficiencia ya mencionada se resalta cuando el sistema lockeano revela sus goteras frente a la crítica de posturas ideológicas colectivistas. Por ende, en este breve texto se pretende exponer una fundamentación diferente a la lockeana de la propiedad privada, esta fundamentación alterna se revela necesaria cuando las ideas metafísicas defendidas por Locke no hacen un gran favor a la comprensión de una institución social tan importante como la propiedad privada.


La propiedad privada según Locke

Según John Locke cuando los hombres nacen tiene derecho a su autoconservación y, por ende, los hombres también tienen derecho a los recursos que garanticen su subsistencia. Locke (2006) afirma: “la tierra y todo lo que hay en ella le fueron dados al hombre para soporte y comodidad de su existencia” (p. 33). ¿Quién otorgó estos beneficios al hombre? Este benefactor es Dios en el pensamiento de Locke, un dios que derramó su misericordia sobre el genero humano y le otorgó abundantes recursos para su subsistencia. Sin embargo, si se atiene a lo dicho hasta el momento solamente podemos deducir que la especie humana es propietaria de los recursos que hay en la Tierra. Sin embargo, acá Locke no trata de introducir la propiedad pública, sino, que busca fundamentar la propiedad privada. La apropiación de los recursos que ejercen los individuos es justa siempre y cuando estos busquen satisfacer sus necesidades. De esta manera, cuando un individuo se apropia de los frutos de un árbol significa que este individuo se apropió de ese fruto y esta apropiación es justa. ¿Por qué es justa? Debido a que Dios permitió que la humanidad se apropie de los recursos que él otorgó para su subsistencia. En ultimas, Locke fundamenta la propiedad privada en Dios, pues él justifica la apropiación de lo “público”. Otro fundamento conexo de la propiedad privada es el trabajo, pues, algo se vuelve propio siempre y cuando yo imprima trabajo en ese algo. Por tanto, no puedo apropiarme ilimitadamente de los recursos porque difícilmente podre trabajar todos los recursos y difícilmente necesitaré tantos recursos para garantizar mi bienestar.

Sin embargo, Locke incluye también un fundamento positivista de la propiedad privada, a saber, el consenso de los hombres. Cuando los hombres aceptan el dinero, entones, aceptan la acumulación de la propiedad “innecesaria”, es decir, los individuos tienen propiedades que no trabajan y que exceden sus exigencias de bienestar. Aunque claro, Dios persiste en este fundamento positivista porque él ha permitido que los hombres se apropien de los recursos y porque él insta al hombre a trabajar la tierra. Según Locke de la razón (otorgada por Dios) se deduce la necesidad de trabajar lo que ha sido dispuesto por él. En otras palabras, Dios nos dio la masa y el horno, el hombre otorga sus callosas manos (aunque claro, se podría pensar que el ser humano también pertenece a Dios).

Fundamento anacrónico

La argumentación de Locke para defender la propiedad privada como buen liberal es muy oportuna, oportuna para su época. La sociedad en que surgió el vivaz pensamiento de Locke era una que contenía una teleología, una finalidad. La sociedad incipientemente ilustrada encontraba en Dios y en la razón fundamentos poderosos a los asuntos humanos y naturales. La razón todo lo podía conocer y Dios todo lo podía crear, Dios creaba para que el hombre conociera las maravillas de su progenitor. Pero, aquellas guías morales dejaron de ser o, al menos, residen en un limbo. La sociedad contemporánea se enmarca en un nihilismo hacia los grandes principios y sólo ahogarse en el presente salva las aturdidas mentes humanas. Mientras que la sociedad en la que residía Locke creía en el futuro, es decir, creía en un progreso humano; la sociedad contemporánea se desencanta de un futuro guiado ya sea por la razón o ya sea guiado por la misericordia de Dios. En el presente son muchos principios y no un gran principio el que guía los actos de la humanidad y por ende fundamentar asuntos como la propiedad privada con base en fundamentos absolutos es anacrónico. Por eso es válido renovar las ideas liberales defendidas por Locke mediante una visión contemporánea. Porque resulta complejo actualmente defender la propiedad privada basándose en Dios o en la razón y esa vulnerabilidad en la defensa de esta idea puede hacer empoderar ideas nefastas para la civilización. El lector notará que lo mencionado acá es verdadero si observamos la historia, en efecto, los marxistas impulsados bajo el liderazgo de Lenin reclamaron la abolición de la propiedad privada arguyendo el anacronismo de esta. El marxismo-leninismo vio que Dios y la razón no podían validar la barbarie capitalista hacia el proletariado. El rechazo a las instituciones religiosas y la glorificación del materialismo desterraron a Dios y a la razón al terreno de lo absurdo, para los revolucionaros marxistas los fundamentos de Locke se mostraban absurdos, pues, el principio absoluto de estos rebeldes era la absurda lucha de clases. Esto demuestra, que el núcleo de las ideas de Locke son anacrónicas para la era de la posmodernidad.

El valor de la historia

No se debe permitir que por un absurdo descuido las mentiras ganen sobre la verdad, no se puede permitir que regímenes que pretenden abolir la propiedad privada se empoderen para condenar a la humanidad a la pobreza, los relatos de Orwell no serán tan literarios si se descuidan aquellas filtraciones envejecidas. Una excelente manera de argumentar una defensa de la propiedad privada y las ideas libertarias conexas a esta es mediante la historia. Locke demostró en su época la justicia que residía en la propiedad privada, sin embargo, sus conceptos perdieron fuerza con el pasar de los veranos. La historia es un fundamento de la propiedad privada que trasciende el tiempo. La propiedad ha demostrado a través de la historia humano su inherente beneficio para el bienestar humano. La apropiación de los objetos forma parte de la identidad personal de los individuos, muchas veces los sujetos se piensan a si mismos en virtud de lo apropiable. Es decir, muchos individuos ven su pasado, presente o futuro en virtud de lo que fue suyo o de lo que será, por ejemplo, algunas personas se piensan a si mismas en cuanto a sus metas de poseer algún bien particular como un automóvil o una vivienda o otras personas se piensan a si mismas con la nostalgia de algo que perdió. Por ende, la historia demuestra en primera instancia que la propiedad privada ha sido constitutiva de la consciencia humana y eso ha sido de igual manera a lo largo de mucho tiempo. Si la propiedad fuera algo temporal, entonces, Aristóteles no tendría que haberse adjudicado la autoría de sus obras, si la propiedad privada es prescindible Aristóteles habría adjudicado sus ideas a la nada (a lo público, tal vez lo oportuno habría sido que la autoría de la Física residiera en los helenos o en alguna otra idea más general que prescindiera de la consciencia privada).

En segunda instancia, la propiedad privada ha demostrado su éxito en la creación de riqueza, las sociedades complejas siempre han intercambiado sus recursos. Los griegos vivieron su esplendor gracias a sus puertos marítimos y los romanos (que no eran más que un cumulo malsano de diferentes sociedades) también vieron beneficios en el comercio. Cuando se censura la propiedad privada también se castiga los incentivos para crear riqueza, Mao Zedong no entendió esto y por eso asesinaba a los campesinos que se negaban a producir para el Estado. La mente más ignorante entiende básicamente que gastar energía sin finalidad alguna no es lógicamente defendible. Acá se podría extender la infinidad de ejemplos que la historia otorga sobre la propiedad privada y sus beneficios, sin embargo, no hay que llegar a tal extremo para aceptar que la propiedad privada es justificada por el pasado y seguramente seguirá siendo justificada en el futuro.

La propiedad publica es buena, pero, los hechos demuestran sus limitaciones. Posiblemente una comunidad unida pueda compartir los recursos, pero, tendría que ser bastante unida (para generar confianza) y no bastante grande. Los soviéticos encontraron que la propiedad pública gran escala es nefasta, incluso cuando en su modelo de sociedad la propiedad privada aún persistía tenuemente.

El legado de Locke

John Locke y todos los pensadores liberales que entendieron el valor de la propiedad privada deben ser respetados, y la mejor manera de ser respetados es renovando sus valiosas ideas, porque la pobreza relativa y la pobreza absoluta nunca han estado en números más pequeños que en el presente. Es justo, defender el legado de los gigantes que defendieron las ideas correctas porque la historia así lo ha demostrado y aunque seguramente se han cometido actos desagradables con base en ideas de estos pensadores eso no quita las dichas que ha producido a millones de personas que sofocan el hambre con su propio pan. Por otro lado, cabe preguntarse si la historia puede funcionar como principio absoluto, de tal manera, que no fundamente solamente la propiedad privada, sino también el futuro humano. Esta ultima cuestión queda a criterio del lector, pues, la interrogante supera lo planteado acá.



Lista de referencias


Locke, J. (2006). Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil. Madrid, España: Tecnos.

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