Teoría descriptiva del presente

Teoría descriptiva del presente



Los individuos poseídos

En El único y su propiedad Max Stirner considera que hay una posesión de los individuos por los ideales, los individuos actúan como marionetas “egoístas” que buscan realizarse en ideales como el Hombre, Dios, Libertad etc. Actualmente los ideales parecen algo caducado, hay un aire de desencanto en distintas sociedades, sin embargo, aunque los ideales posiblemente no se encuentran presentes si lo está la información. Se podría decir que la información ha poseído a los individuos de tal manera que no afirmen su individualidad. 

     Kierkegaard ve una individualidad diluida de dos maneras. La primera forma de ver esa dilución es con la ambigüedad que ha creado la reflexión, la reflexión ha carcomido las distinciones de las sociedades, es decir, las jerarquías. La reflexión mediante una dialéctica hegeliana negativa ha relacionado las cosas de la realidad. Kierkegaard (2012) afirma: “La ambigüedad, en cambio, se da cuando no se es ni lo uno ni lo otro; y la ambigüedad en la existencia se da cuando la disyuntiva cualitativa de las cualidades es debilitada por una reflexión roedora” (p.53). La reflexión priva al individuo de identificarse con fines, pues si hay algún iluso que busque tomar cierta identidad inmediatamente será expuesto a la opinión del público y será nivelado mediante la reflexión irreflexiva. La masa de opiniones atacará la identidad del individuo y lo hará abandonar su propósito. Hay que imaginarse a un decidido político dispuesto a cambiar la sociedad con determinada idea de bien que en los preparativos de su acción entra en el rango de visión del público y es marcado bajo la mira del perro expectante por su presa. La conclusión de esta anécdota es simple, el político perdió su horizonte y ahora no identifica lo bueno, ha caído en la ambigüedad y el público prepara su bienvenida. La ambigüedad crea cierta tendencia a una opinión relativa, pues quita la seguridad en los individuos para opinar. Es una perogrullada decir que la inseguridad del individuo genera opiniones como esta: ¡yo opino esto, pero, es solo mi opinión! El individuo inseguro se refugia tras la falda de su madre y rehuye de la responsabilidad de lo dicho. Muy bien refleja Kierkegaard al público cuando lo identifica con la nada, pues, es un ente que opina para deshacer la opinión, es un juego de suma cero. Esta primera manera en que Kierkegaard ve la dilución del individuo es una profecía cumplida.

     La segunda manera en cómo Kierkegaard ve la dilución del individuo es la falta de fe. Si bien la aplanadora reflexión ha detenido el individuo en un primer momento a concluir su acción esto no exime al individuo a responsabilizarse de su propia individualidad. De la humillación puede surgir la determinación para sobreponerse ante la situación, de la humillación puede surgir la intuición de la rebeldía expresada en la siguiente pregunta: ¿por qué se esforzaron en detenerme? La rebeldía es el indicio hacia una individualidad mayor que escoge el camino espinoso rompiendo las cintas de precaución dejadas tácitamente en el esfuerzo del público en humillarlo. Kierkegaard (2012) afirma:
Sin importar cuan firmemente se adhiera a lo que considera excelente, el vivir en la época de la nivelación será genuinamente educador para el hombre joven si desde el comienzo comprende que la nivelación es el mal que traman el individuo y la generación egoísta, pero que también puede ser el punto de partida para una vida más elevada, especialmente para el que honestamente lo desee ante Dios. (p. 64)
Hace falta fe en sí mismo para ser rebelde ante el público y por eso de la acción niveladora se puede ejercer resistencia levantarse con el ímpetu de una fe firme suspendiendo la opinión roedora del público. Acá parece haber una suspensión teleológica de la ética, sin embargo, la opinión del público es nada y suspender la nada ni siquiera es posible en las más radicales expresiones metafísicas. Por tanto, cabe preguntarse cuál es la naturaleza de la opinión a partir de la cual se parte hacia una vida más elevada. Pero, omitiendo ideas que sobrepasan este texto queda lo suficientemente claro que la falta de fe en sí mismo es una segunda manera en que se diluye la individualidad.

     La anulación de la individualidad produce una posesión diabólica de manera monumental. El público poseído por información reproduce la información sin una individualidad que ponga resistencia a esta brutal reproducción. El público habla y habla, el habla y habla dispersa la información de tal manera que pareciera que los individuos son marionetas de la información. Pero, hay que reconocer que se peca de ingenuidad al considerar que el público reproduce información, pues realmente poco o nada se dice en lo que habla el público. El público opina y se refugia, esta opinión refugiada es sobre la hebra de hilo descocida en el vestido de la colección pasada de un vestuario cliché. La reflexión banal hace parte de la información.


Marionetas sustentadas en la nada

El siglo XXI está sustentado en la nada, las marionetas no han erigido un faro estable que los guíe en la espeluznante tormenta. Las marionetas van en balsas endebles a las olas del mar, la ambigüedad destruye la idea de nación, familia, sexo, religión etc. Parece que una por una las torres con sus antorchas están prontas a caer sobre los castores que están carcomiendo la base. Kierkegaard muestra como la ambigüedad destruye toda valoración y vacía de significado la realidad, nos estamos comiendo la carne y solo vamos a dejar el esqueleto diría Kierkegaard. En efecto, la ambigüedad tiende a dejar estructuras vacías que ya no tiene sentido, así las áreas como la política parecieran dirigirse al mismo destino que la filosofía, la nada. Las marionetas reproduciendo la información vacían de significado los conceptos como lo hicieron con la filosofía. El día de mañana la incesante opinión amorfa del público va a vaciar de significado el concepto de padre o el concepto de hombre. La próxima función del circo van a ser hijos que no son hijos y hombres que no son hombres; ni lo uno, ni lo otro. Por eso hay tantos acontecimientos, hay que llenar el vacío que queda al vaciar los conceptos, la realidad se llena de ídolos que actúan como faros de madera. El niño no escucha a su padre darle un consejo, sino, que dirige su mirada al televisor esperando encontrar el ultimo acontecimiento que sucede al otro lado del mundo. El presente adolece de un entretenimiento en los acontecimientos más fútiles y se espera que un nuevo fruto entre en circulación para consumirlo y desechar sus restos. Las noticias de un mismo acontecimiento se repiten hasta llegar al hastío, el chiste deja de ser chistoso como dirá Kierkegaard. Se trata de sentir algo mediante la lectura de los diversos acontecimientos y, sin embargo, cada vez se hastía uno más como le sucede al crápula. Aun así, las marionetas solo esperan opinar y esperar mediante su opinión nivelar, no les queda de otra. Las marionetas pasan el tiempo nivelando, así ocultan la vista del débil hilo que las mantiene sujetas al marionetista. Del presente queda la profecía más mordaz cuando Kierkegaard (2012) afirma: No lo terrible no es esto, sino la idea de vidas humanas que se pierden o se pueden perder. Ni siquiera quiero mencionar a aquellos que se pierden o que son llevados a perderse jugando el papel del perro a causa del dinero. (p. 73)

Kierkegaard, Søren (2012). La Época Presente. Ed: Trotta. Madrid, España

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